1605 – 1665
Rey de España (1621-1665). Hijo de Felipe III y Margarita de Austria, nacido en Valladolid.Su favorito, Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, contribuyó decisivamente a su formación y aprendizaje del ‘oficio’ real. Inteligente, culto, sensible y capacitado para las tareas de gobierno, Felipe IV adolecía sin embargo de falta de seguridad en sí mismo, y era indeciso y débil de voluntad.
Su dedicación al trabajo, admirable en muchos momentos, se veía contrarrestada por su propensión a las diversiones cortesanas. La fuerte influencia que tuvo sobre él Olivares fue reemplazada en 1643 por la de sor María de Jesús de Ágreda, con quien mantuvo una correspondencia constante durante el resto de su vida, un dilatado periodo en el que las desgracias familiares y las de la Monarquía Hispánica incrementaron su tendencia a la melancolía y su sentimiento de culpa. Casado con Isabel de Borbón (1615), tuvo, además de otros hijos malogrados, al príncipe heredero, Baltasar Carlos (1629) y a la infanta María Teresa (1638), futura esposa del rey de Francia Luis XIV, cuya unión propiciaría, en 1700, el acceso de los Borbones al trono de España. Tras la muerte de la reina (1644) y la del príncipe heredero (1646), Felipe IV se casó con su sobrina Mariana de Austria (1648), de cuyo matrimonio sólo dos hijos alcanzaron la edad adulta, la infanta Margarita (1651) futura emperatriz, y el que sería heredero del trono, Carlos II (1661). El más famoso de sus diversos hijos naturales fue don Juan José de Austria (1629).
Su reinado, sobre todo en los años de gobierno del conde-duque de Olivares, fue un periodo de lujo, fiestas y exaltación cortesana. En 1633 se inauguró el palacio del Buen Retiro, escenario principal de la corte, planeado por Olivares como el escenario perfecto para proclamar al mundo la grandeza y el triunfo de la Monarquía Hispánica. Aficionado a la música, el teatro, la poesía y la pintura, el rey fue un auténtico mecenas que favoreció la creación literaria, teatral y artística en el momento culminante del siglo de oro.
El reinado de Felipe IV puede dividirse en varias etapas.
Una primera, hasta 1643, en que el protagonismo esencial le corresponde a su valido, el conde-duque de Olivares.
Una segunda en la cual don Luis Menéndez de Haro dirigió los destinos de la Monarquía (1643-1661) y, finalmente, los últimos años del reinado de Felipe IV, hasta 1665.
Con Olivares, la Monarquía se implicó plenamente en la guerra de los Treinta Años, y reanudó la guerra en Flandes. El valido pretendía compaginar la ofensiva bélica con las reformas interiores, tendentes a aliviar a la Corona de Castilla del enorme peso fiscal y militar. Tras unos años de brillantes victorias, el fracaso de su política interior, la falta de recursos y la intervención de Francia en la guerra, comenzaron a cambiar la situación. Los levantamientos de Cataluña y Portugal (1640) iniciaron la mas grave crisis interna de la Monarquía, y junto a los múltiples descontentos provocados, llevaron a la destitución del conde-duque (1643). Los años posteriores no pudieron alterar el curso de los acontecimientos.
La Paz de Munster (1648) consagró la pérdida de las provincias del norte de los Países Bajos (Holanda). La guerra franco-española continuó, pero a pesar de éxitos como la recuperación de Cataluña, el apoyo de la Inglaterra republicana resultó decisivo para la victoria de Francia, consumada en la Paz de los Pirineos (1659). En los últimos años de su reinado, concluidos los grandes conflictos, Felipe IV pudo concentrarse en el frente portugués.
Sin embargo, ya era demasiado tarde. Meses antes de su muerte, la derrota de Montes Claros o Villaviciosa permitía vaticinar la pérdida de Portugal. La situación en Castilla no era más halagüeña, y la crisis humana, material y social afectaba profundamente a las regiones del interior.