Felipe_V_de_España

1683 – 1746

Rey de España (1700-enero de 1724; agosto de 1724-1746). Nieto del rey francés Luis XIV e hijo segundo del Gran Delfín Luis, inauguró en España la dinastía de los Borbones gracias al testamento definitivo de Carlos II. Nació en Versalles.

De su primera esposa, María Luisa Gabriela de Saboya, tuvo cuatro hijos, de los que sobrevirían solamente dos, Luis (rey efímero de España como Luis I) y Fernando, que sucedería al padre a su muerte como Fernando VI. Casó en segundas nupcias con Isabel de Farnesio (1714), que le dio siete hijos: entre ellos el que sería Carlos III, y Felipe, con el tiempo duque de Parma.

Aunque fue jurado como rey por las Cortes castellanas y catalanas, conflictos dinásticos entre Habsburgos y Borbones, y la alineación de los antiguos reinos de la Corona de Aragón en favor de los Austrias, desencadenaron la Guerra de Sucesión española, a la vez peninsular, europea y colonial. Acabada ésta, por los tratados de Utrecht y Rastadt la monarquía española perdió los territorios europeos en Italia y en los Países Bajos que tanto habían costado económica y humanamente a Castilla durante los siglos anteriores, pero se afianzó su poder en los dominios españoles.

Por enajenación temporal, por exigencias de su religiosidad o por aspirar al reino de Francia, o por todas estas causas a la vez, en enero de 1724 Felipe V tuvo la extraña ocurrencia de abdicar de su corona de forma inesperada y con votos solemnes de no retorno. Tras la muerte temprana de Luis I, en agosto del mismo año, Felipe volvió a reinar. A pesar de las condiciones personales y de su enfermedad, que le sumía en intermitentes y largas demencias, supo elegir a sus ministros, desde los primeros gobiernos franceses, seguidos por el de Julio Alberoni y, tras la aventura del barón de Ripperdá, por los ministros españoles, entre los que destacó, por su programa de gobierno interior y por su acción diplomática, José Patiño. Actuaban desde las secretarías, el equivalente más cercano a los ministerios posteriores, que suplantaron a los consejos del régimen polisinodial de los Austrias (Habsburgos españoles), reservados para honores y consideraciones pero vaciados de poder, a excepción del Consejo de Castilla, creciente en sus atribuciones. Por ello, la oposición a los gobiernos de Felipe V provino siempre de las aristocracias relegadas.

Durante el largo reinado se consiguió cierta reconstrucción interior hacendística, en el Ejército, en la Armada, prácticamente recreada por exigencias de la explotación racional de las Indias y como medio inevitable para afrontar las rivalidades marítimas y coloniales de Inglaterra. El logro fundamental, no obstante, fue el de la centralización y unificación administrativa y la creación de un Estado moderno, sin las dificultades que supusieran antes los reinos históricos de la Corona de Aragón, incorporados al sistema fiscal y con sus fueros y derecho público (no así el privado) abolidos con la aplicación de los decretos de Nueva Planta y de un cierto derecho de conquista.

Se gobernó España desde Madrid. La acción exterior estuvo determinada, en un primer momento, por el revisionismo de las decisiones de Utrecht, por los intereses maternales de Isabel de Farnesio, empeñada en lograr acomodo para sus hijos en Italia, y por la alianza familiar con Francia. Patiño supo manejar todos estos factores, integrados por él en un programa nacional. Por los compromisos en las guerras de Sucesión polaca y austriaca, y por la acción del Ejército español aliado con el francés, el hijo mayor de Isabel de Farnesio, Carlos, se convirtió en rey de Nápoles y Sicilia —más tarde llegó a ser rey de España como Carlos III— y el otro, Felipe, en duque de Parma, Plasencia y Guastalla. Se fracasó en los intentos de recuperar Menorca y, con más ahínco, Gibraltar.